Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CRONICA DEL PERU



Comentario

De la isla de la Puna y de la Plata, y de la admirable raíz que llaman zarzaparrilla, tan provechosa para todas enfermedades


La isla de la Puna, que está cerca del puerto de Tumbez, terná de contorno poco más de diez leguas. Fue antiguamente tenida en mucho, porque, demás de ser los moradores della muy grandes contratantes y tener en su isla abasto de las cosas pertenecientes para la humana sustentación, que era causa bastante para ser ricos, eran para entre sus comarcanos tenidos por valientes. Y así, en los siglos pasados tuvieron muy grandes guerras y contiendas con los naturales de Tumbez y con otras comarcas. Y por causas muy livianas se mataban unos a otros, robándose y tomándose las mujeres y hijos. El gran Topainga envió embajadores a los desta isla pidiéndoles que quisiesen ser sus amigos y confederados, y ellos, por la fama que tenían y porque habían oído dél grandes cosas, oyeron su embajada, mas no le sirvieron ni fueron enteramente sojuzgados hasta en tiempo de Guaynacapa, aunque otros dicen que antes fueron metidos debajo del señorío de los ingas por Inga Yupangue, y que se rebelaron. Como quiera que sea, pasó lo que he dicho de los capitanes que mataron, según es público. Son de medianos cuerpos, morenos, andan vestidos con ropas de algodón ellos y sus mujeres, y traen grandes vueltas de chaquira en algunas partes del cuerpo, y pónense otras piezas de oro para mostrarse galanos.

Tiene esta isla grandes florestas y arboledas y es muy viciosa de frutas. Dase mucho maíz y yuca y otras raíces gustosas, y asimismo hay en ella muchas aves de todo genero, muchos papagayos y guacamayas, y gaticos pintados, y monos y zorras, leones y culebras, otros muchos animales. Cuando los señores se mueren son muy llorados por toda la gente della, así hombres como mujeres, y entiérranlos con gran veneración a su uso, poniendo en la sepultura cosas de las más ricas que él tiene y sus armas, y algunas de sus mujeres de las más hermosas, las cuales, como acostumbran en la mayor parte destas Indias, se meten vivas en las sepulturas para tener compañía a sus maridos. Lloran a los difuntos muchos días arreo, y tresquílanse las mujeres que en su casa quedan, y aun las más cercanas en parentesco, y pónense a tiempos tristes y hácenles sus obsequios. Eran dados a la religión y amigos de cometer algunos vicios. El demonio tenía sobre ellos el poder que sobre los pasados, y ellos con él sus pláticas, las cuales oían por los que estaban señalados para aquel efecto.

Tuvieron sus templos en partes ocultas y escuras, a donde con pinturas horribles tenían las paredes esculpidas. Y delante de sus altares, donde se hacían los sacrificios, mataban algunos animales y algunas aves, y aun también mataban, a lo que se dice, indios esclavos o tomados en tiempo de la guerra en otras tierras, y ofrecían la sangre dellos a su maldito diablo.

En otra isla pequeña que confina con ésta, la cual llaman de la Plata, tenían en tiempo de sus padres un templo o guaca, a donde también adoraban a sus dioses y hacían sacrificios, y en circuito del templo y junto al adoratorio tenían cantidad de oro y plata y otras cosas ricas de sus ropas de lana y joyas, las cuales en diversos tiempos habían allí ofrecido. También dicen que cometían algunos destos de la Puna el pecado nefando. En este tiempo, por la voluntad de Dios, no son tan malos; y si lo son, no públicamente ni hacen pecados al descubierto, porque hay en la isla clérigo, y tienen ya conocimiento de la ceguedad con que vivieron sus padres y cuán engañosa era su creencia, y cuánto se gana en creer nuestra santa fe católica y tener por Dios a Jesucristo, nuestro redentor. Y así, por su gran bondad, permitiéndolo su misericordia, muchos se han vuelto cristianos y cada día se vuelven más.

Aquí nace una hierba, de que hay mucha en esta isla y en los términos desta ciudad de Guayaquil, la cual llaman zarzaparrilla, porque sale como zarza de su nacimiento; y echa por los pimpollos y más partes de sus ramos unas pequeñas hojas. Las raíces desta hierba son provechosas para muchas enfermedades, y más para el mal de bubas y dolores que causa a los hombres esta pestífera enfermedad; y así, a los que quieren sanar, con meterse en un aposento caliente y que esté abrigado, de manera que la frialdad o aire no dañe al enfermo, con solamente purgarse y comer viandas delicadas y de dieta y beber del agua destas raíces, las cuales cuecen lo que conviene para aquel efecto, y sacada el agua, que sale muy clara y no de mal sabor ni ninguno olor, dándola a beber al enfermo algunos días, sin le hacer otro beneficio, purga la maletía del cuerpo de tal manera, que en breve queda más sano que antes estaba, y el cuerpo más enjuto y sin señal ni cosa de las que suelen quedar con otras curas; antes queda en tanta perfección, que parece nunca estuvo malo, y así verdaderamente se han hecho grandes curas en este pueblo de Guayaquil en diversos tiempos. Y muchos que traían las asaduras dañadas y los cuerpos podridos, con solamente beber el agua destas raíces quedaban sanos y de mejor color que antes que estuviesen enfermos. Y otros que venían agravados de las bulbas y las traían metidas en el cuerpo y la boca de mal olor, bebiendo esta agua los días convenientes, también sanaban. En fin, muchos fueron hinchados y otros llagados y volvieron a sus casas sanos. Y tengo por cierto que es una de las mejores raíces o hierbas del mundo y la más provechosa, como se ve en muchos que han sanado con ella. En muchas partes de las Indias hay zarzaparrilla; pero hállase que no es tan buena ni tan perfeta como la que se cría en la isla de la Puna y en los términos de la ciudad de Guayaquil.